jueves, 23 de julio de 2009
Cuando uno es niño la percepción del espacio-tiempo tiene una estructura totalmente libre y creativa. Los espacios en blanco se completan con imágenes o sensaciones, y con el tiempo solemos olvidarlas o reemplazarlas con nombres de calles, puntos cardinales, barrios y categorías por demás de aburridas. A veces esas “sensaciones de” reaparecen en sueños o simplemente al pasar frente a alguno de esos lugares nos viene a la memoria nuestra antigua forma de percibirlos. Son recuerdos que uno considera olvidados, pero no, ahí están, esperando a ser redescubiertos.
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